Manchas de tinta

Escrito:

Hace tiempo que no disfruto del placer de terminar el día con el meñique y el anular manchados en tinta. Aunque, me consuela saber que el trabajo me ocupa, que el laboratorio me enseña como funciona el mundo, y que el gimnasio me distrae. También, me hace falta el placer de desahogar mi alma entre palabras escritas.

Últimamente, me he sentado en las noches a observar mis fotografías, disfrutando entre nostalgia y melancolía de aquellos recuerdos, de aquellas personas que hoy ya no se encuentran a mi lado. He sido yo quien he buscado alejarme de mis seres queridos. No lo digo como arrepentimiento, siempre he intentado que mi vida vaya a mejor, y en el camino, ayudar a quienes me rodean. Aunque, cada vez más prefiera mi propia compañía.

Todo ha cambiado, las personas que he conocido recientemente parecen estar demasiado preocupadas por conseguir dinero, no para solucionar los problemas que todos tenemos en común, sino más bien, para tener el privilegio de olvidarse de ellos.

Se me ha vuelto cotidiano ver personas distraídas en sus pantallas. Y recuerdo ser un niño, cuando en casa no había televisor ni mucho menos internet, y entretenerme a mi mismo observando hormigas. Una de las cosas que más me sorprendía era cuando una de ellas se encontraba herida, y ver al resto marchar como si no importara. La semana pasada murió una niña de 5 años, en un accidente de transito en la autopista por la cual necesito pasar para ir del trabajo a mi casa. Y allí estábamos todos, pasando como hormigas, insensibles al dolor ajeno.

Me sorprende ver la fragilidad de nuestras vidas. Y el como nos deja de importar el resto cuando nos entregamos a sistemas que no entendemos. A sistemas que apagan países completos por el paso de unas nubes, y a políticos que no saben decir la verdad porque hay que seguir impulsando económicamente energías renovables. Como si tuviéramos otra opción, el año comenzó con Los Ángeles ardiendo en llamas, ahora es Israel, que prefiere usar sus aviones para bombardear niños que para apagar sus incendios.

El mundo carece de sentido. No hay nada que entender entre tantas ideas inconclusas y mal desarrolladas, sólo recordar que hay que seguir dejando el alma, en cada falta de ortografía, en cada error humano, en cada momento en el que intentamos que el mundo este mejor.